Por su interes reproduzco el trabajo de Juan Carlos Monedero en su espacio de publico.es al que tan refractarios son algunos enemigos de la izquierda en el Partido Carlista, tanto como del propio socialismo. Sus omisiones les delatan.
¿Hay que ir a Valencia a defender la democracia?
Viendo a la Iglesia moverse bajo palio verbal. Viendo a la patronal
pretendiendo tratar a los trabajadores como esclavos. Viendo a la prensa
reaccionaria actuar con maneras de prensa del movimiento. Viendo a los
responsables de la policía llamar a los que ejercen el derecho
constitucional a la huelga”enemigos”, no quedan muchas dudas de que hay
gente que quiere suspender la Constitución de facto.
En otros momentos de la historia tocó defender Madrid. Lo que está
pasando en Valencia, si tiene éxito, va a intentar ser aplicado en la
capital-ya están en ello-, y también en Andalucía, en Asturias, en las
Castillas o en Extremadura. De manera que lo que está pasando allí nos
está pasando a todos. ¿Dónde está el límite? ¿Hay dejar que la derecha
siga pisoteando la Constitución que nunca quiso votar?
Siempre han existido “zonas marrones” donde el Estado no ha actuado.
Pero ahora, vista la actuación de la policía en Valencia y las amenazas
de la delegada del Gobierno en Madrid, se trata del Estado convertido en
un órgano de represión a favor del desmantelamiento del Estado social.
¿Van a volver a la disciplina de la dictadura?
Nos estamos jugando la democracia. Aunque, noqueados, aún no nos
atrevamos a verlo. ¿Desde dónde se defiende? La parlamentarización de
los conflictos, con la que se pretendía gestionar los derechos ganados
en las calles, ha agotado su capacidad transformadora. Toda organización
se ajusta por su eslabón más débil. Sin presión ciudadana, ese eslabón
son los trabajadores, los parados, los pensionistas, los inmigrantes,
las mujeres.
Los partidos democráticos parecen tener dificultades para bajar a la
calle con su pueblo -algo que el PP no dudó en los últimos cuatro años
de Zapatero- y parecen, bien prudentes, preferir quedarse con los
gestores de la represión en ese sitio, el Parlamento, donde se está
convirtiendo la legalidad en ilegalidad, el derecho a un trabajo digno
en despido libre, el derecho a la educación en privatización de la
enseñanza, el derecho a una vivienda digna en desahucios, el derecho a
una pensión en ahorro forzado de por vida, el derecho a la salud, en un
albur mercantilizado en un juego marcado cada vez más monopólico. Y el
derecho constitucional a la manifestación en una ocasión para reprimir a
cualquiera que haga valer su voz, sean adolescentes, invidentes,
mujeres o ancianos, con tal de que protesten.
Las últimas veces que nos quedamos en casa se quedaron ellos en las nuestras cuarenta años.
Pues eso. No conviene que los periodistas y fotografos dejen constancia en ninguna parte. Se estudia ya ley para mediante la coartada de la seguridad de las Fuerzas de Orden Publico ¿Identifican ustedes ahi a alguno salvo al aporreado y luego culpabilizado por la autoridad politica del Partido Popular?
Pues eso.
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