martes, 18 de febrero de 2014

Sobre la Tercera España de Manuel Chaves Nogales






"A Sangre y fuego" es una obra del autor de Quo Vadis. A mi me encanto por su mensaje. Pero tambien es el titulo de una recopilacion de 9 relatos del periodista sevillano Manuel Chaves Nogales sobre la guerra civil, a la altura de los mejores, de Ramon J Sender, de Garcia Serrano, de Foxa o de tantos otros, mas en el bando republicano que en sus contrincantes.

En la edicion de 2006 de Espasa Calpe el prologo de Ana R Cañil, bien conocida hoy por obras propias de la misma tematica, es genial. Pero para hablar de la Tercera España mejor seria dejar hablar al autor y como define en pocos trazos la impresion de aquella España que llego a repugnarle en los dos bandos aunque el suyo fuese el republicano.

Dice Ana R. Cañil en su prologo a "A sangre y fuego":

"Se podría decir que una vez estallada la Guerra Civil, Chaves Nogales intenta pertenecer a una tercera España imposible, alejada de los radicalismos de uno y otro extremo, una equidistancia que no evade en ningún caso su apuesta republicana, pero que la matiza instrumentalmente en relación a la horrible realidad del enfrentamiento entre españoles. Andrés Trapiello, que ha teorizado la posibilidad de esa tercera España en su clásicoLas armas y las letras. Literatura y Guerra Civil 1936-1939, escribe en ese libro que aquélla no fue una guerra civil entre dos Españas, como erróneamente creyeron muchos durante demasiados años siguiendo la idea de hombres perspicaces como Machado o Unamuno, sino la determinación de dos Españas minoritarias y extremas para acabar con la otra, la mayoritaria tercera España, en la que podían haberse integrado gentes de toda condición, edad, clase e ideología, excluyendo de ella a aquellas otras dos, la fascista por un lado, y
la anarquista, comunista, trotskista o socialista radical por otro, tratando de ensayar a toda costa revoluciones que ya habían salido triunfantes en la Unión Soviética, en Alemania o en Italia."

(Entrevisté a Trapiello cuando publico El Buque Fantasma. Un buen tipo de izquierdas, se lo aseguro).

Y el autor en su propio prologo se sincera de forma atroz

"Yo era eso que los sociólogos llaman un «pequeño burgués liberal», ciudadano de una república democrática y parlamentaria. Trabajador intelectual al servicio de la industria regida por una burguesía capitalista heredera inmediata de la aristocracia terrateniente, que en mi país había monopolizado tradicionalmente los medios de producción y de cambio —como dicen los marxistas —, ganaba mi pan y mi libertad con una relativa holgura confeccionando periódicos y escribiendo artículos, reportajes, biografías, cuentos y novelas, con los que me hacía la ilusión de avivar el espíritu de mis compatriotas y suscitar en ellos el interés por los grandes temas de nuestro tiempo.

Cuando iba a Moscú y al regreso contaba que los obreros rusos viven mal y soportan una dictadura que se hacen la ilusión de ejercer, mi patrón me felicitaba y me daba cariñosas palmaditas en la espalda. Cuando al regreso de Roma aseguraba que el fascismo no ha aumentado en un gramo la ración de pan del italiano, ni ha sabido acrecentar el acervo de sus valores morales, mi patrón no se mostraba tan satisfecho de mí ni creía que yo fuese realmente un buen periodista; pero, a fin de cuentas, a costa de buenas y malas caras, de elogios y censuras, yo iba sacando adelante mi verdad de intelectual liberal, ciudadano de una república democrática y parlamentaria.

Si, como me ocurría a veces, el capitalismo no prestaba de buen grado sus grandes rotativas y sus toneladas de papel para que yo dijese lo que quería decir, me resignaba a decirlo en el café, en la mesa de la redacción o en la humilde tribuna de un ateneo provinciano, sin el temor de que nadie viniese a ponerme la mano en la boca y sin miedo a policías que me encarcelasen, ni a encamisados que me hiciesen purgar atrozmente mis errores. Antifascista y antirrevolucionario por temperamento, me negaba sistemáticamente a creer en la virtud salutífera de las grandes conmociones y aguardaba trabajando, confiado en el curso fatal de las leyes de la evolución. Todo revolucionario, con el debido respeto, me ha parecido siempre algo tan pernicioso como cualquier reaccionario.

En realidad, y prescindiendo de toda prosopopeya, mi única y humilde verdad, la cosa mínima que yo pretendía sacar adelante, merced a mi artesanía y a través de la anécdota de mis relatos vividos o imaginados, mi única y humilde verdad era un odio insuperable a la estupidez y a la crueldad; es decir, una aversión natural al único pecado que para mí existe, el pecado contra la inteligencia, el pecado contra el Espíritu Santo.

Pero la estupidez y la crueldad se enseñoreaban de España. ¿Por dónde empezó el contagio? Los caldos de cultivo de esta nueva peste, germinada en ese gran pudridero de Asia, nos los sirvieron los laboratorios de Moscú, Roma y Berlín, con las etiquetas de comunismo, fascismo o nacionalsocialismo, y el desapercibido hombre celtíbero los absorbió ávidamente. Después de tres siglos de barbecho, la tierra feraz de España hizo pavorosamente prolífica la semilla de la estupidez y la crueldad ancestrales. Es vano el intento de señalar los focos de contagio de la vieja fiebre cainita en este o aquel sector social, en esta o aquella zona de la vida española. Ni blancos ni rojos tienen nada que reprocharse. Idiotas y asesinos se han producido y actuado con idéntica profusión e intensidad en los dos bandos que se partieran España.

De mi pequeña experiencia personal, puedo decir que un hombre como yo, por insignificante que fuese, había contraído méritos bastantes para haber sido fusilado por los unos y por los otros. Me consta por confidencias fidedignas que, aun antes de que comenzase la guerra civil, un grupo fascista de Madrid había tomado el acuerdo, perfectamente reglamentario, de proceder a mi asesinato como una de las medidas preventivas que había que adoptar contra el posible triunfo de la revolución social, sin perjuicio de que los revolucionarios, anarquistas y comunistas, considerasen por su parte que yo era perfectamente fusilable.

Cuando estalló la guerra civil, me quedé en mi puesto cumpliendo mi deber profesional. Un consejo obrero, formado por delegados de los talleres, desposeyó al propietario de la empresa periodística en que yo trabajaba y se atribuyó sus funciones. Yo, que no había sido en mi vida revolucionario, ni tengo ninguna simpatía por la dictadura del proletariado, me encontré en pleno régimen soviético.

Me puse entonces al servicio de los obreros como antes lo había estado a las órdenes del capitalista, es decir, siendo leal con ellos y conmigo mismo. Hice constar mi falta de convicción revolucionaria y mi protesta contra todas las dictaduras, incluso la del proletariado, y me comprometí únicamente a defender la causa del pueblo contra el fascismo y los militares sublevados. Me convertí en el «camarada director», y puedo decir que durante los meses de guerra que estuve en Madrid, al frente de un periódico gubernamental que llegó a alcanzar la máxima tirada de la prensa republicana, nadie me molestó por mi falta de espíritu revolucionario, ni por mi condición de «pequeño burgués liberal», de la que no renegué jamás.

Vi entonces convertirse en comunistas fervorosos a muchos reaccionarios y en anarquistas terribles a muchos burgueses acomodados. La guerra y el miedo lo justificaban todo.
Hombro a hombro con los revolucionarios, yo, que no lo era, luché contra el fascismo con el arma de mi oficio. No me acusa la conciencia de ninguna apostasía. Cuando no estuve conforme con ellos, me dejaron ir en paz. Me fui cuando tuve la íntima convicción de que todo estaba perdido y ya no había nada que salvar, cuando el terror no me dejaba vivir y la sangre me ahogaba. ¡Cuidado! En mi deserción pesaba tanto la sangre derramada por las cuadrillas de asesinos que ejercían el terror rojo en Madrid como la que vertían los aviones de Franco, asesinando mujeres y niños inocentes. Y tanto o más miedo tenía a la barbarie de los moros, los bandidos del Tercio y los asesinos de la Falange, que a la de los analfabetos anarquistas o comunistas.

Los «espíritus fuertes» dirán seguramente que esta repugnancia por la humana carnicería es un sentimentalismo anacrónico. Es posible. Pero, sin grandes aspavientos, sin dar a la vida humana más valor del que puede y debe tener en nuestro tiempo, ni a la acción de matar más trascendencia de la que la moral al uso pueda darle, yo he querido permitirme el lujo de no tener ninguna solidaridad con los asesinos. Para un español quizá sea éste un lujo excesivo. Se paga caro, desde luego. El precio, hoy por hoy, es la Patria. Pero, la verdad, entre ser una especie de abisinio desteñido, que es a lo que le condena a uno el general Franco, o un kirguis de Occidente, como quisieran los agentes del bolchevismo, es preferible meterse las manos en los bolsillos y echar a andar por el mundo, por la parte habitable de mundo que nos queda, aun a sabiendas de que en esta época de estrechos y egoístas nacionalismos el exiliado, el sin patria, es en todas partes un huésped indeseable que tiene que hacerse perdonar a fuerza de humildad y servidumbre su existencia. De cualquier modo, soporto mejor la servidumbre en tierra ajena que en mi propia casa.

Cuando el gobierno de la República abandonó su puesto y se marchó a Valencia, abandoné yo el mío. Ni una hora antes, ni una hora después. Mi condición de ciudadano de la República Española no me obligaba a más ni a menos. El poder que el gobierno legítimo dejaba abandonado en las trincheras de los arrabales de Madrid lo recogieron los hombres que se quedaron defendiendo heroicamente aquellas trincheras. De ellos, si vencen, o de sus vencedores, si sucumben, es el porvenir de España.

El resultado final de esta lucha no me preocupa demasiado. No me interesa gran cosa saber que el futuro dictador de España va a salir de un lado u otro de las trincheras. Es igual. El hombre fuerte, el caudillo, el triunfador que al final ha de asentar las posaderas en el charco de sangre de mi país y con el cuchillo entre los dientes —según la imagen clásica— va a mantener en servidumbre a los celtíberos supervivientes, puede salir indistintamente de uno u otro lado. Desde luego, no será ninguno de los líderes o caudillos que han provocado con su estupidez y su crueldad monstruosas este gran cataclismo de España. A ésos, a todos, absolutamente a todos, los ahoga ya la sangre vertida. No va a salir tampoco de entre nosotros, los que nos hemos apartado con miedo y con asco de la lucha. Mucho menos hay que pensar en que las aguas vuelvan a remontar la corriente y sea posible la resurrección de ninguno de los personajes monárquicos o republicanos a quienes mató civilmente la guerra.

El hombre que encarnará la España superviviente surgirá merced a esa terrible e ininteligente selección de la guerra que hace sucumbir a los mejores. ¿De derechas? ¿De izquierdas? ¿Rojo? ¿Blanco? Es indiferente. Sea el que fuere, para imponerse, para subsistir, tendrá, como primera providencia, que renegar del ideal que hoy lo tiene clavado en un parapeto, con el fusil echado a la cara, dispuesto a morir y a matar. Sea quien fuere, será un traidor a la causa que hoy defiende. Viniendo de un campo o de otro, de uno u otro lado de la trinchera, llegará más tarde o más temprano a la única fórmula concebible de subsistencia, la de organizar un Estado en el que sea posible la humana convivencia entre los ciudadanos de diversas ideas y la normal relación con los demás Estados, que es precisamente a lo que se niegan hoy unánimemente con estupidez y crueldad ilimitadas los que están combatiendo.

No habrá más que una diferencia, un matiz. El de que el nuevo Estado español cuente con la confianza de un grupo de potencias europeas y sea sencillamente tolerado por otro, o viceversa. No habrá más. Ni colonia fascista ni avanzada del comunismo. Ni tiranía aristocrática ni dictadura del proletariado. En lo interior, un gobierno dictatorial que con las armas en la mano obligará a los españoles a trabajar desesperadamente y a pasar hambre sin rechistar durante veinte años, hasta que hayamos pagado la guerra. Rojo o blanco, capitán del ejército o comisario político, fascista o comunista, probablemente ninguna de las dos cosas, o ambas a la vez, el cómitre que nos hará remar a latigazos hasta salir de esta galerna ha de ser igualmente cruel e inhumano. En lo exterior, un Estado fuerte, colocado bajo la protección de unas naciones y la vigilancia de otras. Que sean éstas o aquéllas, esta mínima cosa que se decidirá al fin en torno de una mesa y que dependerá en gran parte de la inteligencia de los negociadores, habrá costado a España más de medio millón de muertos. Podía haber sido más barato.

Cuando llegué a esta conclusión abandoné mi puesto en la lucha. Hombre de un solo oficio, anduve errante por la España gubernamental confundido con aquellas masas de pobres gentes arrancadas de su hogar y su labor por el ventarrón de la guerra. Me expatrié cuando me convencí de que nada que no fuese ayudar a la guerra misma podía hacerse ya en España.

Caí, naturalmente, en un arrabal de París, que es donde caen todos los residuos de humanidad que la monstruosa edificación de los Estados totalitarios va dejando. Aquí, en este hotelito humilde de un arrabal parisiense, viven mal y esperan a morirse los más diversos especímenes de la vieja Europa: popes rusos, judíos alemanes, revolucionarios italianos..., gente toda con un aire triste y un carácter agrio que se afana por conseguir lo inasequible: una patria de elección, una nueva ciudadanía.No quiero sumarme a esta legión triste de los «desarraigados» y, aunque sienta como una afrenta el hecho de ser español, me esfuerzo en mantener una ciudadanía española puramente espiritual, de la que ni blancos ni rojos puedan desposeerme.

Para librarme de esta congoja de la expatriación y ganar mi vida, me he puesto otra vez a escribir y poco a poco he ido tomando el gusto de nuevo a mi viejo oficio de narrador. España y la guerra, tan próximas, tan actuales, tan en carne viva, tienen para mí desde este rincón de París el sentido de una pura evocación. Cuento lo que he visto y lo que he vivido más fielmente de lo que yo quisiera. A veces los personajes que intento manejar a mi albedrío, a fuerza de estar vivos, se alzan contra mí y, arrojando la máscara literaria que yo intento colocarles, se me van de entre las manos, diciendo y haciendo lo que yo, por pudor, no quería que hiciesen ni dijesen.

Y luchando con ellos y conmigo mismo por permanecer distante, ajeno, imparcial, escribo estos relatos de la guerra y la revolución que presuntuosamente hubiese querido colocar subspecie ceternitatis. No creo haberlo conseguido.

Y quizá sea mejor así.

Montrouge (Seine), enero-mayo de 1937.

Un libro absolutamente imprescindible. Hay que leer a Manuel Chaves Nogales para saber porque estamos luchando hoy en España para sobrevivir. Y dejense de etiquetas.

Caradeplata.

jueves, 13 de febrero de 2014

Y luego diran que el fascismo no viene





Asi es. Me desmintieron hace tiempo cuando hable del "franquismo democratico" alegando que era una contradiccion en si. Y no. El franquismo, ahora fascismo, llamenlo como quieran, tiene su vertiente seudodemocratica en los sistemas de muchos millones de electores. Estadisticamente siempre habra fascistas, y ello por los errores de izquierda, derecha y de pension completa. 

Nadie pensaba que en España algun dia se rebajarian los salarios para poder conservar los empleos ni que habria despidos en masa. El desarme realizado por UGT y CCCOO a cambio de subvenciones y ayudas ha llevado a que estas cosas no tengan una respuesta suficiente. Y asi ha sido tambien. Un sindicalismo que cobra del Estado jamas sera otra cosa que lo que hoy es en España. Y como no quieren perder las prebendas y empezar a  trabajar desde cero dando el callo y demostrando a los trabajadores que lo hacen pues... tenemos para mucho.

El fascismo, el franquismo solo es una variante que se pretende amable, es simplemente totalitarismo. Se aliara como siempre ha hecho con liberales, socialdemocratas o socialistas de madre pero el fin es el de siempre. Que las cosas funcionen, y es imposible que funcionen del todo sin libertades reales,  sin otras opiniones que las del  los enterados del aparato. Recuerden que Pinochet levanto la economia chilena. Pero es que antes los americanos de Kissinger, ya la habian destrozado para que cayera Allende, asi que argumentos semejantes no valen.

En Francia siempre ha habido un absolutismo, no me refiero al que cayo guillotinado sino a otro mas enmascarado e incluso mas perverso por el avance de los tiempos, la grandeur, L´Ecole Normale, la Academie Saint Cyr, La Escuela Nacional de Administracion, de donde salen la mayoria de los altos funcionarios de Francia y tantas otras cosas se han perpetuado (de la ENA salen menos de 100 graduados por año por su dureza) para lavado a mayor gloria de la France, que hoy tiene mucha mayor influencia armada en Africa de la que creemos, pasito a pasito, empresas, seguidas de golpes de Estado y alla acuden los heroicos  soldaditos de la Marsellesa, y por lo general si se van es solo cuando las cosas estan atadas y bien atadas a la manera del Caudillo pero a beneficio de los suyos.

La informacion de EFE se las trae:

La extrema derecha sigue avanzando en Francia de cara a las europeas, según un sondeo. Un 54% de los encuestados muestra su simpatía por la líder del Frente Nacional

EFE París 12/02/2014 09:38 

El ultraderechista Frente Nacional (FN) ha alcanzado en vísperas de las elecciones municipales y europeas su nivel más alto de popularidad en Francia, con un 34% de los franceses que dicen apoyar sus ideas, según un sondeo de TNS Sofres publicado este miércoles.
Frente a ellos, un 59% están en contra de las grandes propuestas del FN, como el rechazo de la inmigración, la defensa de los valores tradicionales, el refuerzo de los poderes de la policía o la demanda de una Justicia más severa, de acuerdo con el sondeo, difundido por la emisora France Info, Le Monde y Canal Plus.
Desde la llegada a la presidencia de la formación de Marine Le Pen, que sustituyó en 2011 a su padre, Jean-Marie Le Pen,  el nivel de adhesión de la población no ha dejado de crecer: un 22 % en ese momento, un 31% en 2012, un 32% en 2013 y el citado 34% actualmente.
De hecho, un 58% de las personas consultadas en este estudio -realizado del 30 de enero al 3 de febrero con una muestra representativa de 1.021 interrogados- tienen una opinión favorable de Marine Le Pen. Aumenta en particular la percepción de que la presidenta del FN "entiende los problemas diarios de los franceses" y "tiene ideas nuevas para resolver los problemas" del país, explicó el director general de TNS Sofres, Edouard Lecerf. A su juicio, Le Pen hija ha sabido normalizar más su imagen personal que la de su partido.

La mayoría, en contra de la salida del euro

En cualquier caso, la líder de la extrema derecha francesa no ha conseguido, ni de lejos, convencer a los franceses de dos de los puntos más significativos de su programa de cara a las elecciones al Parlamento Europeo en mayo: la salida del euro y la "preferencia nacional", por ejemplo en el empleo.
Un 64% de las personas interrogadas se oponen al abandono de la moneda única europea, frente a un 29% que están a favor. En paralelo, un 72% son contrarios a la aplicación del principio de la "preferencia nacional", mientras un 24% lo apoyan.
En una primera reacción a la publicación del sondeo, el ministro de Trabajo, el socialista Michel Sapin, reconoció que las cifras le "inquietan", y en especial "el porqué". Sapin, en una entrevista con France Info, culpó en particular al presidente del gran partido de la derecha, la UMP, Jean-Fançois Copé, por retomar algunas de las ideas del FN: "Mantiene el mismo lenguaje y valida su discurso".

La verdad es que el fascismo solo se desarrolla mas que de forma residual cuando hay unas condiciones sociales y politicas de enfrentamiento social, cosa que siempre ha provecha. En Francia desde muy lejos. Y en España en herencia de lo recibido, ahora que se ha muerto Blas Piñar que al menos siempre dijo lo que era. Fui a verle una vez en una conferencia sobre Santa Teresa, si hubiera sido algo politico no habria ido, y estuvo cinco horas hablando sin parar, al estilo de Fidel, y desde luego con mejor estilo que la mayoria de los parlamentarios de hoy. Pero ser un buen orador no justifica lo otro. Y hay que reconocer las cosas por separado. Hace poco leia yo su acusacion al Jefe del Estado de perjuro a los Principios del Movimiento Nacional de Franco. Yo vi por television aquel juramento, dicen que Madrid (Paris) bien vale una misa o un trono, pero en este mundo hay gentes que no lo habrian hecho. Pero el JE, como yo le llamo en abreviatura que no me tocara el fiscal, habia sido educado para eso, y su padre cedio para eso y llegar el antes, cosa que luego en justo castigo por ceder la educacion de su hijo no sucedio. 

En Francia los errores de la derecha y de la izquierda en el Poder  han llevado a tal fortalecimiento del fascio aunque no se llame asi e invoque la Familia de Rouco o la Xenofobia de quienes no arreglan los problemas economicos (o sea como aqui, que tienen ya la fuerza expresada) que pasan desapercibidos salvo la pequeña horda vociferante de banderas y gallinas.

 En España, es sabido hasta por los mas obtusos que no hace falta la familia Le Pen ni Blas Piñar alguno, Bellalta esta practicamente de mamporrero, de manporro intelectual, en Catalunya presto a salvar la gloriosa y pobre unidad de España, esa de la bandera de no hace tanto, lean, lean pero que va muy bien, como invocar el Imperio y el Siglo de Oro con Cervantes en la carcel, Quevedo perseguido y de Lope y Gongora lean mas o el Lazarillo o el Buscon tambien perseguido y eso que era un libro de aventuras con reflexiones sociales y no digamos de los religiosos protestantes, y antes catolicos andaluces, dados en traducir la Biblia al castellano y bien perseguidos por la Santa Inquisicion. Pero no nos vayamos de siglo que bastante tenemos con este. Asi que Bellalta se quedara en la ultraderecha residual que soportan todas las sociedades. 

Los peligrosos son los otros. Aqui no hay Le Pen porque ya salen solitos del Partido Popular, vean a Vidal Cuadras, a la Esperanza Guerrera, al Hernando y demas compaña. Pero como los españoles tuvimos muchos años de dictadura, todavia no se ha empezado a dar el fenomeno de la simpatia por el fascismo, con otro nombre y señas pero siempre con la misma murga, la xenofobia antecedente del racismo, el respeto a la sagrada propiedad mas que a la vida y el uso de muñecos aparentes como muletas de llevar al rebaño que el poeta equivocado dijera que era de leones y en mi opinion va de bueyes de clase media.

¿Como seria el fascismo de Mariano? Pues como ha sido desde que llego al poder  ¿Le ponemos a Zapatero el sombrero de la Republica de Weimar? No hay tanta diferencia. Pero a mucho mas todavia y por supuesto con otras personas. Si no lo creen meditenlo, que tiene miga. Y al final vendria Don Marx a decir que pese a lo viejo y caduco de sus escritos alguna cosa vale y que la defensa del Capital es lo que ha habido en España y lo que viene como no espabilemos. Y los despolitizados que se jodan y no se quejen porque fueron ellos, amen de los desbarres de un no socialista como Zapatero, los que nos trajeron lo que hay. Y bien que lo pagan.

Les recomiendo un novela policiaca de altura: Sombras sobre Berlin. ¿Por que? Porque el fascismo se cura leyendo... Y si es novela y entretenida mejor.

Sombras sobre Berlín de Volker Kutscher

Gereon Rath es un joven comisario de Colonia que, tras un incidente mortal que nunca llegó a aclararse, es enviado a Berlín para trabajar en el departamento de delitos sexuales. Junto a él, el lector descubre la rutilante metrópolis, sus bares y burdeles; junto a él se ve envuelto en las batallas callejeras del Primero de Mayo de 1929 en los barrios obreros, y también está a punto de hundirse en medio de las tremendas intrigas entre la policía corrupta, la Reichswehr y las SA. Frustrado por haber tenido que dejar la policía criminal, Rath se ve envuelto por casualidad en la investigación de la espantosa muerte de un ciudadano ruso. Sus indagaciones lo conducen por un camino sin retorno, y casi demasiado tarde comprende que se ha metido en terrenos muy peligrosos que involucran a los rusos, una descomunal cantidad de oro e incluso a gente de su propio entorno. Y lo peor es que todo esto no es más que la punta de un iceberg de corrupción y crimen que quizás habría sido mejor no destapar. Una novela negra en toda regla, ambientada magistralmente en una época oscura de la historia de Alemania que cambiaría para siempre la historia de la humanidad.
Páginas: 528 / Formato: 15 x 23 cm / ISBN: 978-84-666-3749-7

El autor es un joven aleman que demuestra un conocimiento exhaustivo de la epoca, cada calle, cada tranvia del viejo Berlin de 1929 le parece familiar incluida la prensa y los personajes reales, que algunos hay, del incipiente nazismo. A mi me ha entretenido bastante mas que Cabaret, pero es que Cabaret la escribio un britanico, Christopher Isherwood en 1939 bajo el titulo de Adios a Berlin y la pelicula es de 1972.
Y eso, la vision de un britanico aunque fuese un radical y la de un joven de hoy, cuenta. Creo que tiene publicada alguna mas sobre el mismo protagonista.

De modo que atentos a la caida del Partido Popular, porque de ahi saldran los fascistas del mañana, no importa la etiqueta que se pongan ahora. Se diran democratas pero a aplastaran a todos como siguen haciendo ahora con el pretexto de las circunstancias. La banca no ha devuelto un euro de las ayudas ahora que va bien ¿Que mayor justificacion para ser de izquierdas y socialistas de verdad? Esa derecha hablara de consenso pero entenderemos el si bwana. Como hoy.

Caradeplata.

  • Hacia el cielo dorado
  • Que duermas bien, pequeño tren
  • Felices sueños, camiones grandes y pequeños
  • Cómo casarse con un granuja
  • El camino hacia la libertad financiera
  • Tatiana
  • Maldita
  • Wabi-Sabi
  • El diario de Lerdus Maximus